Elegimos este alojamiento para poder disfrutar de la piscina al final del día. Desafortunadamente, no está mantenida. Muchos ciempiés y otros insectos en el fondo y en el agua, y el perímetro de la piscina está verde. No pudimos disfrutarla. Por lo demás, la habitación está correcta y conforme a la descripción; faltan equipos como microondas y nevera.
La estructura es muy bonita, rústica pero con todas las comodidades. Los gestores son muy amables con los que también hablamos agradablemente y que te hacen sentir como en casa. La posibilidad de poder quedarse en la piscina incluso después del check-out es realmente un plus. Una pequeña sugerencia: equipen el baño con un pequeño secador que hoy en día se encuentra en todos los hoteles y la gente ya no está acostumbrada a llevarlo consigo. Si tenemos la oportunidad, seguramente volveremos.
La estructura tiene un enorme potencial, inmersa en la reserva natural de Farma, a pocos kilómetros de los Baños de Petriolo. Debería mejorarse - considerablemente - la limpieza de las habitaciones (¡en pleno verano encontramos los edredones de invierno en la cama!), los sanitarios del baño (lavabo roto, mampara de ducha que no cierra y plataforma de plástico sucia, tapa del inodoro que no se mantiene abierta...). En cuanto a los precios, ¿qué decir... la sola estancia fue ventajosa, pero deliberadamente no aprovechamos el desayuno que ascendía a 10 € por persona (¡realmente excesivo!). Cenamos una noche, 4 primeros, 3 bolas de helado y 2 cafés por 120 € (sin tener un menú disponible con precios para poder decidir eventualmente). Otro punto en contra: la cantidad infinita de insectos molestos dentro y fuera de la estructura. Quizás debería hacerse una desinsectación periódica. El encargado Luca fue amable y comunicativo. Te recibe con un gran danés que vaga libremente por la estructura, bueno pero invasivo y, dada su tamaño, quizás no todos podrían apreciarlo.
El lugar es hermoso como toda la zona y muy cómodo. Nuestra habitación era grande y estaba en perfectas condiciones. Lucio nos recibió muy bien y nos hizo sentir como en casa (también la cena estaba deliciosa). La única pena es la cercanía con la carretera nacional que es ruidosa y desentona un poco con la tranquilidad del lugar.
La estructura no estaba aún completamente operativa y, por lo tanto, el contexto exterior no estaba bien mantenido. Las puertas de las habitaciones deberían revisarse.